Tres lechones

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Vivo en el campo aquí en el Valle Sagrado del Perú y es una de mis actividades regulares salir a caminar por los campos con mi hijito de casi tres años. Él está tan conectado con los animales como yo y, por lo tanto, le encanta interactuar con los animales (y también con las plantas). Durante unas semanas tuvimos el honor de poder disfrutar de la presencia de tres lechones y su mamá en un campo cercano. A veces pasábamos una hora viendo sus actividades, su conexión con su madre, los sonidos divertidos que hacían y el constante movimiento feliz de la cola.

Hace un par de semanas notamos que dos de los lechones se habían ido, supongo que se habían vendido. Entonces, disfrutamos de mamá y un lechón, que se volvieron más curiosos y juguetones cada vez.

Hace un par de días fuimos una vez más a dar un paseo para disfrutar de mamá y bebé, pero al llegar el pequeño estaba solo y sin mamá a la vista. Mi hijo se preguntaba, buscaba y preguntaba dónde había ido mamá. Mi estómago se apretó y caminando unos metros más allá vimos el charco de sangre y en el patio una mamá de cerdo muerta en una carretilla. Mi cuerpo se tensó, los ojos se humedecieron y me dolía el estómago. Decidí continuar la caminata, respiré hondo y me senté. Lo que me invadió fue la gratitud. GRATITUD a la vida, el sentimiento de entrega a lo que es la vida y la muerte. ESTE ES el círculo de la vida, tan desafiante como parece y se siente. Siento gratitud por vivir tan cerca de la VIDA, de la naturaleza y de las humildes familias nativas aquí donde vivo, porque cada uno de estos poderosos encuentros con la madre naturaleza y nuestra interacción como humanos con ella, me hace sentir más conectada con la vida y los círculos de la vida.

La mamá de los cerditos estaba en paz. Sentí su paz, sentí su presencia y su entrega a lo que es. Ella estaba bien con eso y mi respiración me llevó al mismo estado, que todo estaba bien. Le di las gracias a ella, a su vida como hermana mía y como madre y a los muchos momentos hermosos que habíamos compartido juntos.

La vida es tremendamente poderosa.

PD: Gracias, querida Cleo, por preguntarme y empujarme a comenzar a compartir mis encuentros con animales nuevamente. Sí, empezaré a escribir de nuevo.